El Saint-marcellin: 5 Cosas Que Debes Saber Sobre Este Queso
Pequeño queso redondo originario del Delfinado, el Saint-Marcellin cuenta con una indicación geográfica protegida desde 2013. Aquí hay 5 cosas que debe saber sobre este queso de vaca muy apreciado por su textura cremosa.
Su origen se remonta al siglo XV.
Aunque el nombre de San Marcellin no se usó de manera sistemática en el comercio hasta el siglo XIX, los orígenes de este pequeño queso francés son mucho más antiguos.
La primera mención de este queso se encuentra en los libros de cuentas de la intendencia del rey Luis XI. ¡Demuestra que ya se consumían estos pequeños quesos de pasta blanda en las mesas reales en 1461!
En aquel tiempo, la ciudad de San Marcellin era famosa por su mercado, donde se vendía esta especialidad local. Por lo tanto, fue completamente natural que el queso tomara el nombre de la ciudad cuando comenzó a comercializarse en el siglo XIX.
La leyenda cuenta que Auguste Casimir Perrier, entonces ministro de Luis Felipe, se enamoró de esta especialidad del Delfinado y declaró: “es delicioso, ¡haréis que me envíen esto cada semana al castillo!”.
Originalmente, este queso podía ser de leche de cabra.
Hoy en día, el Saint-Marcellin IGP es un queso de pasta blanda y corteza florida elaborado a base de leche de vaca.
Cuenta con una IGP desde 2013.
Desde 2013, el Saint-Marcellin está protegido por la etiqueta IGP o indicación geográfica protegida. Su zona de producción incluye 274 municipios en Francia y se extiende en Isère, en Drôme y en una pequeña parte de Saboya.
La etiqueta IGP es una etiqueta europea que garantiza un saber hacer tradicional. Se otorga a los productos cuyas características están vinculadas a un lugar o una zona geográfica.
En el caso de este pequeño queso, el Comité para el Saint-Marcellin, creado en 1994, se asegura de que este producto conserve su autenticidad de cinco siglos.
Su proceso de fabricación ha permanecido inalterado.
Para elaborar el Saint-Marcellin, se utiliza leche de vaca que proviene principalmente de las razas Montbéliarde, Holstein y Abondance.
Las vacas pastan un mínimo de 180 días al año y se alimentan de hierbas, maíz, heno y forrajes locales. Esto es lo que le da a su leche y al queso final su rico sabor a terroir.
El pequeño disco de pasta blanda también debe su carácter a su técnica de fabricación campesina. Proviene de un cuajo láctico no prensado ni amasado, que es ligeramente salado, luego secado y afinado.
5- Cada uno lo disfruta a su gusto.
Se producen 33 millones de Saint-Marcellin en Francia cada año. Aunque este queso siempre tiene la misma forma y pesa al menos 80 gramos, su sabor y textura varían según el grado de maduración.
Algunos lo prefieren seco, otros cremoso o en un punto intermedio. ¡Es por eso que un dicho local afirma "¡A cada uno su Saint-Marcellin!".
Independientemente de tus preferencias, ten en cuenta que este queso típico se disfruta con pan de campo y marida bien con manzanas, nueces de Grenoble y miel local. Los frutos secos le añaden una textura crujiente mientras que las frutas frescas aportan suavidad al conjunto.
En cuanto a las bebidas, puedes acompañarlo con un jugo de manzana de granja o un sidra de Isère, ya que esta es la zona de su denominación de origen protegida.
