La región de Hautes-Corbières conserva los vestigios de dos siglos de persecución cátara y le invita a descubrir una serie de fortalezas situadas en la antigua frontera de los reinos de Francia y Aragón. El país cátaro y sus paisajes salvajes son hoy la alegría de los amantes de la cultura y la naturaleza occitanas. He aquí algunas indicaciones para tomar el camino de los castillos cátaros.
¿Por qué se llaman así?
Los castillos catáricos son una serie de fortalezas construidas por el rey de Francia en la frontera sur de su reino, al final de la cruzada contra los albigenses.
Los lugares que pudieron albergar a los cátaros fueron arrasados cuando se construyeron estas ciudadelas para vigilar la frontera entre Francia y el reino de Aragón.
Así pues, no se trata de castillos ocupados por los cátaros, sino de castillos del "país cátaro" que se extiende entre los departamentos de Aude y Pirineos Orientales.
Los hijos de Carcassonne
Tras el fracaso del intento de reconquista de la ciudad por parte del vizconde Trencavel en 1240, la ciudad de Carcasona pasó a ser propiedad del rey de Francia.
Estos últimos decidieron arrasar los pequeños castros de la región y construir ciudadelas.
Cinco castillos, apodados los cinco hijos de Carcasona, salpican el país cátaro: el Castillo de Aguilar, el Castillo de Peyrepertuse, el Castillo de Puylaurens, el Castillo de Quéribus y el Castillo de Termes.
Por su importancia histórica, Carcassonne se erige así como la Primera parada en el descubrimiento de los castillos cátaros.
Esta moderna ciudad, que es a la vez centro cultural y gastronómico, está flanqueada por una imponente ciudad medieval clasificada como Patrimonio de la Humanidad.
Tras sus murallas, se puede descubrir el château comtal y varios edificios románicos.
Cinco fortalezas cargadas de historia
Los castillos cátaros eran castillos vigía construidos en la línea de cresta, una posición estratégica que les permitía resistir todos los asaltos del ejército aragonés.
Su construcción en estos vertiginosos emplazamientos es una verdadera proeza arquitectónica, cuya magnitud se puede medir admirando los suntuosos panoramas.
El château de Peyrepertuse, cuyo nombre significa "piedra perforada" en occitano, domina a 800 metros el pequeño pueblo de Corbières y los viñedos de la región.
Este vasto conjunto de ruinas se encuentra en el Departamento del Aude, en el municipio de Duilhac-sous-Peyrepertuse.
Ofrece algunas salas bien conservadas (especialmente la capilla fortificada) y un panorama muy hermoso.
Más al sur, el château de Puylaurens también merece una visita por sus murallas almenadas bien conservadas.
Está encaramado en un espolón rocoso que domina el valle de Boulzane a 697 metros de altitud.
Mientras que las fortalezas de Thermes y Aguilar han resistido menos a los siglos, el Château de Quéribus, situado en la comuna de Cucugnan, en la frontera del Departamento del Aude y de los Pirineos Orientales, se levanta sobre un afloramiento rocoso a 728 metros de altitud.
Completamente restaurado, vuelve a estar abierto a los visitantes.