Al contrario de lo que solemos imaginar, para relajar las neuronas sobrecalentadas no basta con no hacer nada o intentar no pensar en nada. Dado que el descanso del cerebro también implica ciertas actividades, puedes dar un respiro a tu mente sin necesidad de dormir o caer en la inacción total. He aquí cómo descansar el cerebro.
Aprende a detectar los signos de fatiga
Cuando se ha pasado el día en el trabajo gestionando múltiples tareas a la vez y bajo la presión de rendir/ganar, es habitual que el cerebro envíe signos de fatiga, pero poca gente sabe reconocerlos.
Si quieres dar un respiro a tus neuronas, lo primero que debes hacer es aprender a detectar estas señales, entre ellas:
- cuando tu concentración se desconcentra y tu mente divaga
- decir o teclear una palabra por otra
- sentir que no puedes seguir el ritmo de lo que se dice en una reunión o de lo que estás leyendo...
Estos diferentes síntomas son señales de fatiga intelectual que indican que es hora de descansar el cerebro.
Evitar el estrés
En contra de la creencia popular, nuestro cerebro no se cansa más por el esfuerzo mental. El cerebro está diseñado para trabajar y resolver problemas. Para ella, leer, aprender una lengua extranjera o escribir un informe en el trabajo son tareas perfectamente normales.
Las principales fuentes de agotamiento del cerebro son emocionales, como el estrés que sentimos cuando tenemos que concentrarnos en un espacio abierto y ruidoso o cuando tenemos que completar un expediente a toda prisa.
Nuestras neuronas se cansan cuando se nos somete a presión, tenemos que hacer varias cosas a la vez o tenemos que contenernos, Como los niños que tienen que estar quietos durante horas en clase y contenerse para no hablar.
Así que el primer consejo que debes recordar para descansar tu cerebro es evitar las fuentes de estrés como el ruido y la multitarea en la medida de lo posible.
Si tienes que hacer algo que requiere atención, sólo puedes hacer una tarea a la vez. No intentes gestionarlo todo a la vez, pues de lo contrario tu carga mental será demasiado pesada y corres el riesgo de agotarte.
Proporcionar actividades de relajación
La mejor manera de descansar el cerebro no es no hacer nada sino privilegiar actividades que lo relajen. En la práctica, se trata de actividades que comprometen las capacidades del cerebro sin estrés ni objetivos de rendimiento.
Cualquier actividad que mantenga las manos o los pies ocupados, pero que le permita dejar vagar la mente, es un descanso para sus neuronas. Por ejemplo, puede ser dar un paseo, cocinar, trabajar en el jardín o tejer...
Concéntrese en lo que le gusta
Como habrá comprendido, hay muchas actividades posibles para descansar el cerebro, así que elija entre sus actividades de ocio favoritas aquellas que le permitan poner en pausa sus cogitaciones o incluso sus cavilaciones.
El objetivo no es no pensar en nada (lo cual es imposible de todos modos), sino dejar que tus pensamientos vaguen mientras estás ocupado haciendo otra cosa, como nadar, caminar o tejer.
Paradójicamente, los juegos de concentración y la meditación de atención plena, en los que se centra la atención en un objeto, son también formas de recuperarse de la fatiga mental.
En este caso, no dejas que tus pensamientos divaguen, sino que, al centrarte en una cosa, como tu respiración, por ejemplo, dejas de dispersar tu atención en mil estímulos diferentes. Tu mente sólo tiene que ocuparse de una cosa, que le resulta relajante.
Multiplica las actividades que te dan placer y no te sientas culpable porque estos momentos de relajación no son tiempo perdido. Cuando la mente tiene tiempo para divagar y está más relajada, le resulta más fácil encontrar soluciones a diversos problemas. De hecho, se dice que es bueno dejar que los problemas "descansen" hasta que la solución surja por sí sola.
Aunque el sueño es crucial para la memoria y la salud del cerebro, la actividad diurna también es importante. No dudes en experimentar con diferentes deportes o aficiones para determinar qué te relaja y rejuvenece más. Además, nada te impide cambiar de opinión y variar tus placeres porque al cerebro le gusta la diversidad.