¿Han oído hablar de la vida lenta? Este arte de vivir, que cuenta con cada vez más seguidores, invita a desacelerar el ritmo para disfrutar mejor del momento presente y escapar de la frenesí del mundo moderno. Más que una simple filosofía, la vida lenta es un remedio ante diferentes males de nuestras sociedades. Para convencerlos, hemos enumerado 5 beneficios de la lentitud para la salud.
Disminuir la velocidad es bueno para el corazón.
No siempre somos conscientes de ello, pero vivir a toda velocidad maltrata nuestro organismo. En contraposición a este ritmo frenético, la slow life invita a reorganizar nuestro horario para darnos tiempo para descansar.
Darse permiso para detenerse y no hacer nada es suficiente para reducir los niveles de estrés y, con él, el ritmo cardíaco y la tensión arterial. Desacelerar es bueno para el corazón porque permite exigir menos al sistema cardiovascular en su conjunto. Este es el primero de los 5 beneficios de la lentitud para la salud.
Reducir la velocidad es bueno para el cerebro.
En las sociedades modernas, a menudo se piensa que rapidez es sinónimo de eficacia y que nuestro cerebro trabaja mejor cuando está bajo presión. ¡Pero eso es falso!
La hiperactividad y el estrés no son propicios para la reflexión, y es a menudo durante los descansos cuando surge la inspiración. Para encontrar nuevas ideas o tomar las decisiones correctas, es más eficaz dejar vagar la mente y tomarse su tiempo en lugar de ceder a la precipitación.
Reducir la velocidad mejora las capacidades cognitivas ya que los momentos de ocio permiten hacer el cerebro más eficiente y más creativo. Este es el segundo de los cinco beneficios de la lentitud para la salud.
3- Reducir la velocidad es bueno para el sueño.
Cuando se tiene un ritmo de vida frenético, ya no estamos atentos a nuestro reloj biológico y a nuestras propias necesidades. Por el contrario, adoptar la vida lenta permite reconectar con nuestro tempo personal y de recuperar un sueño de calidad. Es el tercero de los 5 beneficios de la lentitud para la salud.
Nuestro organismo está regido por ritmos biológicos que nos son propios y que nos indican, por ejemplo, los momentos en los que necesitamos comer y dormir. Para mantenernos en buena salud, es importante no ignorar estas señales.
Desacelerar no significa volverse perezoso, sino vivir a nuestro propio ritmo. Esto consiste, por ejemplo, en irse a dormir cuando se siente la necesidad en lugar de quedarse despierto hasta tarde por la noche para terminar un trabajo o ver series en modo maratón.
4- Reducir la velocidad es bueno para la pareja.
Lo habrán entendido, ralentizar permite estar más atento a uno mismo, a sus necesidades y a sus verdaderos deseos. Pero eso no es todo. La vida lenta también permite estar más atento a los demás.
Tomarse el tiempo de realmente escuchar a los seres queridos y compartir momentos juntos, sin hacer varias cosas a la vez, permite mejorar las relaciones con los demás. Este otro beneficio de la lentitud se aplica a todo el entorno y en particular dentro de la pareja.
En la pareja, el estilo de vida slow aporta no solo una mejor comprensión del otro, sino también una sexualidad más plena. En este ámbito, la tendencia slow sex consiste en hacer el amor con plena conciencia liberándose de todas las órdenes de rendimiento.
5- Reducir la velocidad es bueno para el ánimo.
Por todas las razones expuestas anteriormente, se puede afirmar que desacelerar es bueno para el ánimo. La vida lenta permite disfrutar plenamente del momento presente y, por lo tanto, mejorar la calidad de vida.
Todos los que han decidido bajar el ritmo han sentido los beneficios de la lentitud a nivel físico y psíquico. Entre la reducción del estrés, la mejora de la calidad del sueño y el desarrollo personal que esto conlleva, la vida lenta es, sin duda alguna, una de las claves de la felicidad.