Mantén la cabeza en alto. No te rindas. Las personas enfermas suelen escuchar estos consejos de sus familiares o incluso de sus médicos... ¿Pero están justificados? ¿El optimismo favorece realmente la recuperación? He aquí algunas respuestas proporcionadas por estudios científicos.
El optimismo es bueno para la salud
Si tiendes a ver el vaso medio lleno, ¡alégrate! Según algunos estudios muy serios, el optimismo está asociado a una mejor salud y a una vida más larga.
Por ejemplo, se ha demostrado que el optimismo reduce el estrés y la ansiedad. Así, ayuda al sistema inmunitario a funcionar de forma óptima y a defenderse mejor, por ejemplo, de las infecciones.
¿Significa esto que las personas optimistas están mejor preparadas para luchar contra las enfermedades en general? A la pregunta sobre la vinculación entre el optimismo y la recuperación, las respuestas que ofrece la ciencia son más matizadas.
Todo depende de la enfermedad que se esté padeciendo
Aunque se ha demostrado que un estado de ánimo positivo suele contribuir a una buena salud física y mental, cuando la enfermedad está presente es más difícil mantener pensamientos positivos.
Sin embargo, algunos estudios han demostrado que las personas optimistas tienen mejor pronóstico para ciertas enfermedades crónicas como las cardíacas. En este caso concreto, los científicos han observado una posible reducción de la mortalidad en pacientes optimistas.
Por otro lado, sería irracional creer que el optimismo cura el cáncer. Sólo el tratamiento al que te vas a someter puede curar tu cáncer y un estado de ánimo positivo simplemente te ayudará a sobrellevar mejor ese tratamiento.
Los pesimistas no tienen menos posibilidades de curarse
Por cierto, si eres de los que ven el vaso medio vacío, no desesperes. El pesimismo nunca ha impedido a nadie mejorar.
En algunos pacientes, el pesimismo puede ser también una estrategia de afrontamiento de la enfermedad, especialmente si se trata de una estrategia de defensa.
De hecho, algunas personas necesitan prever el peor escenario posible para prepararse mejor para las pruebas que les esperan.
Cuando se trata de ciertas enfermedades, como el cáncer, hay que estar preparado para un tratamiento pesado y desagradable que alterará la vida cotidiana.
No tiene sentido engañarse a sí mismo o tratar de ser excesivamente optimista negándose a afrontar la realidad (por ejemplo, pensar que uno no necesita quimioterapia y que puede curarse con terapias alternativas como plantas, cristales, etc.).
Por el contrario, un pesimismo excesivo puede minar sus posibilidades de recuperación si le hace volverse fatalista y abandonar el tratamiento.
Si empiezas a pensar "¿para qué me voy a tratar?" o "voy a dejar el tratamiento porque no tengo ninguna posibilidad de mejorar", busca ayuda. Tienes derecho a apoyo psicológico por parte de un Psicólogo y un psiquiatra y esto puede ayudarte a superarlo.
Una actitud positiva ayuda al tratamiento
Como habrás comprendido, el optimismo por sí solo no es suficiente para curar, al igual que el pesimismo no es suficiente para condenar al paciente.
La clave de la recuperación es, por supuesto, seguir escrupulosamente el tratamiento y confiar en los médicos. En un curso de tratamiento que no siempre es fácil de soportar, un estado de ánimo positivo puede ayudarle a aguantar y ver su tratamiento.
La gran fuerza de los optimistas es que saben adaptarse a todas las situaciones, incluidas las más difíciles, y encuentran recursos para conseguir su objetivo (en este caso, la recuperación).
Ante la enfermedad, un optimista cree en sus posibilidades de recuperación y en la eficacia del tratamiento que se le prescribe. Por lo tanto, la siguen escrupulosamente, lo que por supuesto aumenta sus posibilidades de recuperación.
Un estado de ánimo positivo no es una cura milagrosa, pero promueve la adherencia al tratamiento y mantiene la motivación para seguir el protocolo de tratamiento.
¿Cómo puede aprovechar al máximo sus posibilidades?
Buenas noticias para los pesimistas: el optimismo no es una cualidad innata. Es un estado mental que se puede cultivar a cualquier edad.
En otras palabras, aunque no sea un reflejo en ti, puedes entrenarte para ver el lado positivo.
Por supuesto, se dirá, la enfermedad no es el contexto más favorable para desarrollar el optimismo. Sin embargo, es durante esta prueba que su estado de ánimo tendrá el mayor impacto en su salud y bienestar.
Si no puedes ver el lado bueno de la vida, intenta confiar en tu tratamiento. Céntrate en la idea de que este tratamiento, por difícil que sea, está ahí para hacerte sentir bien, para ayudarte a superar la enfermedad y seguir con tu vida.
En la quimioterapia, por ejemplo, puedes imaginar que el tratamiento va a limpiar tu cuerpo de todas las células cancerígenas y te permitirá deshacerte de todas esas células malas.
Estos pensamientos positivos no sólo te mantendrán motivado, sino que también te ayudarán a sentir menos dolor y efectos secundarios desagradables.
Un estado de ánimo positivo también fomenta la acción en lugar de la resignación. Pasar a la acción le da la sensación de recuperar el control sobre su destino, un control que el diagnóstico ha hecho vacilar a menudo.
En lugar de encerrarte en una visión negativa de tu situación y encerrarte en ti mismo, confía en el apoyo de los que te rodean. Sus seres queridos y cuidadores pueden darle energía y esperanza cuando estos recursos faltan.
En efecto, aunque el optimismo puede ayudarte durante tu protocolo de cuidados, no debes sentirte culpable si te asaltan pensamientos negativos.
Tienes todo el derecho a estar asustado, preocupado o enfadado, y expresar emociones genuinas es más saludable que mostrar un optimismo falso y forzado.