Los escaramujos, que son los frutos del rosal silvestre, son aliados de la vitalidad en invierno. Estos frutos ovoides, que se vuelven rojos a principios de otoño, constituyen una excelente fuente de vitamina C. Aquí hay 5 cosas que debes saber sobre sus características y sus beneficios para la salud.
Son los frutos de un rosal silvestre.
Los escaramujos son los frutos del rosal silvestre o más bien de los rosales silvestres, ya que existen varias especies. En fitoterapia, se utilizan principalmente los frutos de la especie Rosa canina.
Estos arbustos son los antepasados salvajes de los rosales ornamentales. Crecen en forma de arbustos o en setos en lugares bien expuestos.
Tienen mala prensa debido al pelo de la ortiga.
Los escaramujos no siempre tienen buena reputación porque crecen a menudo en terrenos baldíos. Algunas personas dudan en recoger los cinorrodones por miedo a que estas plantas silvestres sean inadecuadas para el consumo.
Los frutos del escaramujo también están asociados con connotaciones negativas debido al pelo urticante. Estos pelos irritantes contenidos en el fruto le han valido el sobrenombre vernáculo de gratte-cul. Son temidos con razón ya que provocan picazón al contacto con la piel.
Son comestibles y se pueden utilizar en la cocina.
Los frutos del escaramujo o Rosa canina son comestibles, pero atención: no deben confundirse con los del camo (Dioscorea communis) que son tóxicos.
Es bastante fácil diferenciar estas dos especies porque el camo es una enredadera herbácea cuyos tallos carecen de espinas. Además, sus bayas rojas y brillantes no tienen sépalos ni restos de estambres.
Los escaramujos maduran en otoño hacia octubre-noviembre. Pero permanecen colgados todo el invierno en los flexibles tallos de los escaramujos. Entonces se pueden recolectar en setos y arbustos, siempre y cuando uno se proteja de los aguijones ganchudos de la planta con guantes.
Aunque se pueden consumir desde el otoño, cuando maduran, son aún mejores después de las primeras heladas, cuando se ablandan y su pulpa se vuelve más suave.
En la cocina, se utilizan principalmente los frutos del escaramujo para hacer mermeladas después de haberlos ablandado si es necesario colocándolos en el congelador. Para la salud, es preferible consumirlos frescos si se aprecia su sabor ácido. De hecho, estas bayas ofrecen una verdadera concentración de vitamina C y nutrientes.
Son ricos en calcio y vitaminas.
Los escaramujos presentan una riqueza nutricional excepcional. 100 g de pulpa de estos frutos aportan:
• 257 mg de calcio, tanto como un tazón de leche.
• 1350 mg de vitamina C, lo equivalente a 2,5 kg de naranjas.
• tanta vitamina A como 130 g de zanahorias.
Además de su riqueza en nutrientes, estas bayas contienen antioxidantes del tipo polifenoles y beta-caroteno. Por eso, extractos de Rosa canina a veces se incorporan en ciertos cosméticos como sueros o cremas reparadoras para el rostro.
Destilan sus beneficios en diversas formas.
Para aprovechar al máximo los beneficios de los escaramujos, el mejor método es consumirlos por vía oral. Puedes comerlos crudos, asegurándote de escupir las semillas, o en mermelada ya que parte de los nutrientes que contienen se conservan después de la cocción.
También puedes secarlos para conservarlos mejor y preparar decocciones, infusiones o maceraciones durante todo el invierno. Dado que la vitamina C es hidrosoluble, se debe favorecer un método de preparación donde se consuma el líquido de cocción o maceración a temperatura ambiente.
Finalmente, cabe señalar que hoy en día se encuentra en farmacias y parafarmacias el extracto de escaramujo en forma de cápsulas. Esta forma, más concentrada que una simple infusión, simplifica los tratamientos.
Gracias a su riqueza en vitamina C, antioxidantes y pectina, se atribuyen a este superfruto los siguientes beneficios:
• combatir la fatiga y acelerar la convalecencia tras una enfermedad.
• estimular las defensas inmunitarias contra los virus invernales.
• contribuir a la flexibilidad de las articulaciones gracias a sus propiedades antiinflamatorias.
• favorecer el tránsito y la diversidad del microbiota gracias a la acción de la pectina (una fibra prebiótica).