¿Y si el secreto mejor guardado de la belleza fuera mantenerse zen en todas las circunstancias? El impacto del estrés no se limita al estado emocional de una persona, sino que también se refleja en su apariencia física. Le explicaremos por qué el estrés hace que uno se vea feo y cómo remediar este enemigo de la belleza a menudo desconocido.
El estrés tiene un impacto directo en la piel.
¡Las personas que sufren de eczema lo saben bien! Las emociones fuertes como la ansiedad o el estrés a menudo se manifiestan en la piel en forma de parches rojos y/o picazón.
El cerebro y la piel son dos órganos íntimamente relacionados y esa es la primera razón por la cual el estrés nos hace ver mal, además de que la tensión nerviosa se refleja en nuestro rostro...
Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo experimenta una cascada de cambios hormonales, con la secreción de cortisol, adrenalina, noradrenalina y moléculas inflamatorias.
Esta tormenta emocional y hormonal afecta la calidad de la piel al perturbar el funcionamiento de las glándulas sebáceas. Cuando se rompe el equilibrio, la piel se vuelve grasa y aparecen los granos.
Incluso las personas con piel seca pueden sufrir los efectos de este desequilibrio: su piel se vuelve aún más seca, pica y tira. En cuanto a las personas con ojeras, notan que sus ojeras son aún más visibles cuando están estresadas.
2- El estrés afecta el cuero cabelludo.
Si sientes que el estrés te hace ver feo, es porque también afecta al cuero cabelludo y desequilibra su funcionamiento. Al igual que la piel, el cuero cabelludo se vuelve más graso y a veces puede estar cubierto de caspa persistente. En casos más graves, las personas estresadas desarrollan dermatitis seborreica y su cuero cabelludo comienza a picar de manera muy desagradable. Peor aún, en caso de una emoción fuerte o un período prolongado de tensión, tu cabello puede entrar en fase de caída antes de completar su crecimiento. ¡En este caso, puedes perder hasta cien cabellos por día!
3- El estrés hace engordar.
Al actuar sobre tu apetito y tus intestinos, el estrés también puede hacerte más feo o, al menos, más gordo. No es casualidad que se hable de kilos debidos al estrés, ya que es frecuente ganar peso cuando se está bajo presión.
No solo las emociones que no se pueden controlar impulsan a comer más, sino que la secreción de cortisol también acentúa la retención de agua y puede favorecer la ganancia de peso.
¡Incluso cuando tu peso no cambia en la balanza, puedes estar literalmente "hinchado de estrés" debido a la retención de agua!
Por último, tu intestino, que es apodado el segundo cerebro, se contrae bajo el efecto de las emociones fuertes, tanto que puedes sufrir de hinchazón, calambres abdominales y trastornos del tránsito...
4- El estrés hace sudar.
La última razón por la cual el estrés hace que te veas feo es porque esta emoción hace sudar abundantemente. Debido a las hormonas de adrenalina y noradrenalina, la regulación térmica del cuerpo se sobrecarga, lo que favorece una hiperhidrosis. La transpiración aparece de manera incómoda en las axilas, las palmas de las manos e incluso en la cara.
¿Cómo combatir a este enemigo de la belleza?
Ante estas reacciones en cadena, se pueden recurrir a soluciones locales:
• adaptando tu rutina de belleza según tu tipo de piel
• haciendo una cura de levadura de cerveza o suplementos alimenticios para la piel y el cabello
• tomando carbón vegetal contra los gases
• adaptando tu dieta para limitar los Fodmaps (alimentos que fermentan y hacen que el vientre se hinche)
• reduciendo la sal en tu plato y bebiendo tés diuréticos para remediar la retención de agua
• fabricando tu desodorante sólido a base de bicarbonato de sodio y aceite esencial de palmarosa para combatir los malos olores.
Pero por supuesto, lo primero que debes hacer cuando el estrés te hace sentir feo es atacar el problema desde la raíz. Todas las soluciones son buenas para ayudarte a relajarte y evitar estos efectos desagradables en tu apariencia.
Puedes probar diferentes métodos antiestrés:
• relajación
• hipnosis médica
• estiramientos
• yoga
• alimentación equilibrada
• coherencia cardíaca
• aceites esenciales antiestrés.