Colocadas delicadamente sobre una tostada, una ensalada o un tartar, las semillas germinadas son incomparables para añadir color y crujido a las preparaciones culinarias frías. Con la llegada de la primavera, puedes intentar la experiencia de germinar tú mismo estas pequeñas semillas con mil virtudes nutricionales. Aquí tienes 5 cosas que debes saber antes de empezar.
Las semillas germinadas son superalimentos.
Aunque a menudo se utilizan en los restaurantes para añadir volumen a una presentación, las semillas germinadas no son solo decorativas. Por el contrario, son tan ricas en nutrientes que se consideran superalimentos.
Como su nombre indica, son semillas comestibles que han empezado a germinar. Gracias a la germinación, las vitaminas y proteínas inicialmente almacenadas en la semilla se multiplican. En promedio, el contenido de nutrientes de estas semillas es 10 veces más alto que el de otros alimentos. Por lo tanto, se pueden aprovechar sus beneficios incluso cuando se consumen en pequeñas cantidades.
Estos pequeños filamentos son verdaderos concentrados de vitaminas, minerales, oligoelementos, proteínas, fibras y polifenoles antioxidantes. Otro beneficio importante es que estas semillas también son muy digestibles.
No se puede hacer germinar cualquier semilla.
Para aprovechar los beneficios de las semillas germinadas, puedes comprarlas ya listas o hacerlas germinar tú mismo. La primera solución es más rápida, mientras que la segunda es más económica.
Si ya has comprado este tipo de brotes en bandejas en la sección de refrigerados de una tienda ecológica, seguramente habrás notado que hay numerosos tipos de semillas germinadas, entre otros:
• alfalfa;
• fenogreco;
• rábano;
• berro;
• lentejas;
• mostaza;
• hinojo;
• mijo;
• alforfón;
• brócoli.
Estos pequeños brotes ricos en nutrientes pueden ser resultado de la germinación de cereales, oleaginosas, legumbres o vegetales. Pero cuidado: no todas las semillas de vegetales pueden ser utilizadas y consumidas en esta forma. Por ejemplo, las semillas de tomates y berenjenas son tóxicas y no deben ser consumidas en fase de germinación.
3- Es importante elegir bien su germinador.
Para hacer crecer semillas germinadas en casa, hay que proveerse de un germinador. También es importante elegir bien el modelo, ya que no todos los germinadores están destinados al mismo uso.
Los germinadores de vidrio, con forma de frasco, son prácticos para los principiantes. No son muy caros y permiten cultivar la mayoría de las semillas, incluyendo las más pequeñas como las semillas de alfalfa.
Los germinadores de varios niveles son más caros pero más adecuados para una familia numerosa o para personas que quieren germinar varios tipos de semillas al mismo tiempo.
Sepan finalmente que existe una forma de germinador especial para semillas mucilaginosas como:
• el berro;
• la rúcula;
• el lino;
• la chía;
• el verdolaga;
• la mostaza amarilla.
Cuando se germinan semillas mucilaginosas, solo se comen los brotes verdes. Por eso es necesario cultivar estas semillas en una platillo especial de porcelana equipado con una especie de tamiz.
4- Hay que respetar ciertas reglas de higiene.
Es muy divertido cultivar semillas germinadas en casa. Pero cuidado: este cultivo conlleva un riesgo bacteriológico.
El principal peligro de las semillas germinadas es el riesgo de intoxicación alimentaria por bacterias. De hecho, el calor y la humedad necesarios para hacer germinar las semillas son propicios para el desarrollo de salmonelas y bacterias escherichia coli.
Antes de empezar, lee bien las instrucciones de germinación que aparecen en el paquete de semillas. Allí encontrarás el tiempo de remojo y el tiempo de germinación recomendados.
Para cultivar estas semillas sin peligro, es muy importante lavarse bien las manos, limpiar a fondo los recipientes utilizados y enjuagar las semillas dos veces al día. Una vez que están listas, debes enjuagarlas una vez más con una gota de vinagre blanco antes de consumirlas.
Hay que esparcirlos sobre los platos en el último momento.
A veces se dice que es necesario cocinar los brotes para limitar los riesgos de intoxicación alimentaria. Desafortunadamente, la cocción también elimina buena parte de los nutrientes contenidos en estos superalimentos.
Para aprovechar todos sus beneficios nutricionales, es preferible espolvorearlos en el último momento sobre preparaciones frías, como:
• una ensalada;
• un poke bowl;
• un tartar;
• una tostada con queso fresco;
• un avocado toast;
• un gazpacho;
• huevos revueltos o una tortilla después de cocinar.
Si tienes la costumbre de llevar una lunch box a la oficina, considera incorporar estas pequeñas semillas muy nutritivas en un sándwich o un wrap o un rollo de primavera.