Los médicos son unánimes cuando se trata de alabar los beneficios de la dieta mediterránea para la salud. Pero, ¿has oído hablar de esta variante que se llama la dieta atlántica? Te explicaremos por qué y cómo adoptar esta nueva alimentación saludable, inspirada en las tradiciones culinarias de España y Portugal.
¿Por qué seguir la dieta atlántica?
El régimen atlántico ha dado mucho de qué hablar en los medios desde que un estudio fue publicado en la revista científica Jama Network Open en febrero de 2024.
Según este estudio científico, este régimen tendría un efecto protector contra el síndrome metabólico, que se define como un sobrepeso asociado a patologías tales como la hiperglucemia, la hipertensión, un nivel insuficiente de colesterol bueno o un nivel elevado de triglicéridos...
El síndrome metabólico traduce un estado de salud preocupante que puede conducir a la diabetes tipo 2, a un exceso de colesterol y a enfermedades cardiovasculares. Por lo tanto, es interesante adoptar una alimentación de tipo atlántico a título preventivo. Esta alimentación equilibrada y rica en buenos nutrientes sería particularmente beneficiosa para las personas mayores de más de 60 años, para reducir los factores de riesgo de mortalidad.
¿Cuáles son los grandes principios del régimen atlántico?
El régimen atlántico se inspira en la alimentación tradicional de los habitantes del noroeste de España (Galicia) y Portugal.
Se caracteriza por una abundancia de productos locales, de temporada y no transformados, como frutas y verduras frescas, cereales integrales, proteínas y aceite de oliva.
Este nuevo régimen de moda presenta numerosos puntos en común con el régimen mediterráneo, en particular el hecho de adoptar una alimentación equilibrada y de temporada y evitar los alimentos ultraprocesados y las golosinas.
¿Cuáles son las diferencias entre el régimen atlántico y el régimen mediterráneo?
La alimentación atlántica se compone de pescado fresco, carne roja, productos lácteos, verduras, frutas, legumbres y pan integral.
En esta nueva dieta, se consume un poco más de carne (incluyendo carne roja), productos lácteos y legumbres que en la dieta mediterránea. Esta dieta también destaca los pescados grasos que aportan omega 3 beneficiosos para la salud cardiovascular y contribuyen a prevenir enfermedades crónicas.
Los modos de cocción no son los mismos: mientras que la dieta mediterránea prioriza las ensaladas y la cocción con aceite de oliva, la dieta atlántica utiliza la cocción al horno y los guisos cocidos durante mucho tiempo a baja temperatura. En los platos guisados, se encuentran minerales y algunas vitaminas en el jugo que se consume.
¿Cómo adoptar esta alimentación saludable en el día a día?
Al final, no importa si su alimentación está etiquetada como "mediterránea" o "atlántica".
Lo más importante para la salud es recordar y aplicar diariamente los grandes principios comunes a estos dos regímenes:
• comprar productos crudos (no procesados) y cocinarlos uno mismo;
• privilegiar los productos frescos y locales;
• diversificar su alimentación para evitar la monotonía de los menús y mantener el placer de comer;
• comer equilibrado para conservar su peso ideal sin tener que preocuparse por contar calorías ni restringirse.
A tener en cuenta: las frutas y verduras locales tienen la gran ventaja de ser cosechadas en su punto de madurez. No solo tienen mejor sabor, sino que también son más ricas en vitaminas y nutrientes.