Si padece ciertas enfermedades cardíacas o renales, es posible que su médico le haya prescrito una dieta sin sal. Los pacientes con hipertensión arterial también deben vigilar su consumo y reducirlo al máximo. Pero no es fácil sustituir este condimento esencial en la cocina. Aquí tienes 5 consejos que te ayudarán a sustituir la sal en tus platos.
1- Sustituir el sabor salado por el sabor ácido
De los sabores básicos, el sabor ácido es el más parecido al sabor salado en la lengua.
Por eso el primer truco para sustituir la sal es añadir un chorrito de zumo de limón a tu plato.
El zumo de limón puede utilizarse para realzar el sabor de un filete de pescado o de una verdura frita.
Siguiendo la misma lógica, también puedes utilizar vinagre de sidra en la cocina.
Este vinagre elaborado a partir de la fermentación del zumo de manzana contiene sólo 5 mg de sodio por cada 100 g.
Al incorporar el vinagre de sidra a tus recetas, sentirás que el plato es más salado. Incluso puedes ponerlo en el agua de cocción de la pasta o el arroz.
2- Condimentar los platos con especias
La razón por la que la sal es tan esencial en la cocina es porque actúa como potenciador del sabor. Afortunadamente, esto también ocurre con otros condimentos como las especias.
Para realzar el sabor de un plato, solemos pensar en la pimienta, la guindilla, el pimentón, el curry y el jengibre.
Sin embargo, el truco más eficaz para evitar la sal es utilizar no una especia, sino una mezcla de especias y aromáticas.
Aquí tienes una receta de una mezcla casera que puedes probar para sustituir la sal:
1 cucharadita de pimienta molida
1 cucharadita de cebolla en polvo
1 cucharadita de albahaca seca
1/2 cucharadita de pimentón
1/2 cucharadita de ajo en polvo
1/2 cucharadita de zumaque
Para tener en cuenta: el zumaque es una especia de color marrón rojizo muy utilizada en la cocina oriental, especialmente en la libanesa y turca. Tiene un sabor afrutado y picante que recuerda al limón.
3- Usar hierbas aromáticas sin moderación
El tercer consejo para sustituir la sal es utilizar hierbas aromáticas para aromatizar tus platos.
Por supuesto, se pueden picar en una salsa de requesón o en el último momento en el plato.
También puedes incorporarlos a una vinagreta o pesto con aceite de oliva y piñones.
En la cocina, no dudes en utilizar ramilletes de guarnición que tú mismo preparas con tallos de apio, hojas de laurel o salvia, ramitas de tomillo y romero secos para condimentar todas tus salsas y caldos.
Para mejorar un plato de pasta sencillo, puede probar, por ejemplo, nuestra receta de pasta con pesto y limón, omitiendo la sal y reduciendo la cantidad de parmesano.
O pruebe nuestra receta de tabulé: rico en zumo de limón, menta fresca y pimientos, ¡no necesita sal para ser sabroso!
4- Abusar de las aliáceas
A algunas personas no les gusta su fuerte sabor, sin embargo, el ajo, las chalotas y las cebollas son excelentes maneras de añadir sabor a tus platos sin añadir sal.
Si las digiere bien, utilícelas crudas en sus ensaladas.
En todas las demás preparaciones, como guisos de verduras, salsa de tomate casera, platos de carne o pescado, fríelas en un poco de aceite de oliva antes de añadir los demás ingredientes.
5- Utilizar condimentos sin sal
Para mayor comodidad, también puedes comprar condimentos sin sal en las tiendas.
¿Sabías que puedes encontrar en sitios especializados mostaza de Dijon muy baja en sal?
Sólo hay que poner un poco en el borde del plato para condimentar el sabor de una carne.
También puedes añadir una cucharada al final de la cocción para preparar el pollo a la mostaza: añade nata líquida y cebollino picado y obtendrás una salsa suave y sabrosa.
Por último, si no tienes tiempo para hacer tu propia mezcla de especias siguiendo la receta anterior, debes saber que la marca Aromandise ofrece una gama de sustitutos llamada Ciao le sel!.
Se trata de mezclas de especias y verduras que contienen muy poco sodio (véase el enlace más abajo).
Es bueno saberlo
Aunque no padezca enfermedades cardiovasculares o hipertensión arterial, es conveniente reducir el consumo de sal.
En Francia, el consumo medio es de unos 12 gramos al día y por persona, mientras que las autoridades sanitarias acaban de rebajar la tasa recomendada de 6 gramos a 4 gramos al día.
No es fácil respetar estas recomendaciones porque la sal se encuentra en todas partes, sobre todo en los quesos y los platos industriales.
Por ello, para un consumo más razonable, es necesario adquirir el hábito de cocinar la comida casera y no salar el plato antes de haberlo probado.