En veinte años, nuestro consumo de agua embotellada se ha duplicado, situando a Francia en el segundo lugar de los países europeos detrás de Italia. Mientras que las preocupaciones ambientales nos instan a reducir el uso de envases, incluso reciclables, las jarras filtrantes pueden ser un buen compromiso entre el agua del grifo y la compra de botellas.
En Francia, el agua del grifo es completamente apta para el consumo. Su distribución es competencia de los municipios o sus agrupaciones, en virtud de la ley sobre el agua del 3 de enero de 1992. Para poder ser calificada como potable y ser distribuida a la población, el agua debe cumplir con los valores establecidos por diversos decretos, en particular, un contenido de plomo que no debe superarse.
Sin embargo, el aspecto, el olor o el sabor clorado del agua del grifo generan cierta desconfianza por parte de los consumidores.
En 2003, el consumo de agua embotellada fue de 149 litros por habitante en Francia y este sector representó un mercado de 2.2 mil millones de euros. Sin embargo, esta costumbre tiene sus inconvenientes en términos de costo y restricciones, ya que el transporte de los paquetes de botellas se convierte rápidamente en una tarea semanal.
En este sector, el líder mundial Brita y sus imitadores ofrecen jarras destinadas a purificar el agua potable del grifo.
Este proceso tiene la ventaja de filtrar la cal, este mineral inofensivo para la salud pero que se deposita en una capa poco apetitosa en la superficie del té o del café y que provoca la formación de sarro en los electrodomésticos. En términos de sabor, este sistema elimina el sabor del cloro utilizado para desinfectar el agua distribuida por el grifo.
Más importante aún, en términos de salud, las jarras filtrantes, cada vez más eficientes, reducirían el contenido de metales pesados (cobre o plomo presentes en las tuberías) y filtrarían algunos pesticidas. Por último, aunque el sistema filtra las impurezas orgánicas, conserva los oligoelementos y minerales.
Además de algunas limitaciones de uso (tiempo de llenado y filtrado), su principal inconveniente es el precio de compra de la jarra (entre 23 y 38 €) y de los cartuchos filtrantes (aproximadamente 28 € por 4 en el comercio y 60 € por 12 en Internet). Sin embargo, hay que precisar que un cartucho dura un mes, independientemente de la cantidad de agua filtrada, lo que hace que esta solución sea rentable para uso familiar.